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1712 mujeres se capacitaron en el Sena para ser 'heroínas' de la niñez en Cali

Los cursos se realizan durante 18 meses en alianza con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.

24 de septiembre de 2016 Por: Redacción de El País

Los cursos se realizan durante 18 meses en alianza con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.

La primera vez que Lucero Murillo sintió el impulso de trabajar con niños, el miedo al fracasó no la dejó ir más allá de la ilusión. La segunda vez tomó el aliento necesario como para dejar al lado su trabajo de aseadora y dedicarse, en los últimos ocho años, al cuidado de la primera infancia.  Como un “huracán de sentimientos positivos” describe su trabajo  de madre comunitaria en el Centro de Desarrollo Infantil Señor de los Milagros, en el barrio El Retiro. “Es impresionante ver el talento de los niños, uno cree que no saben nada y que solo debemos cuidarlos, pero cuando comenzamos a entenderlos y estimularlos cognitivamente los resultados son asombrosos”, relata Lucero.  Al igual que ella hay 1712 madres comunitarias que, luego de recibir capacitaciones  del Programa Saberes de Fundación Carvajal a través del Sena, se convirtieron en agentes educativas y se encargan del cuidado de miles de niños entre los 0 y 5 años de edad.  La labor de las agentes educativas, aparte del cuidado de los niños, es incentivar por medio de actividades lúdicas el conocimiento de los infantes, que en su mayoría son hijos de madres solteras o padres que trabajan todo el día.  “Yo me dedicaba a barrer las calles, luego pensé en trabajar con niños; me inscribí al programa y ellos (Fundación Carvajal) me dieron una beca en el Sena, estudié programas de pediatría y ahora pongo todo ese conocimiento al servicio de los niños”, dice Lucero, quien tiene tres hijos y ha ayudado a la crianza de centenares  de niños en su amado barrio El Retiro.  El Programa Saberes de la Fundación Carvajal fue puesto en marcha desde el año 2008 con el propósito de trabajar conjuntamente con madres que se dedicaban informalmente al cuidado de niños. “Este proyecto nació por la necesidad que veíamos de aportar a la niñez. Pero sabíamos de que no lo podíamos hacer solos; por eso, en primera medida, capacitamos a las madres que ya tenían hogares de cuidado y empezamos un proceso para tener una amplia cobertura”, expresa David Gironza, director de Educación y Cultura de la Fundación Carvajal.  Dicho proyecto ya cuenta con tres   Centros de Desarrollo Infantil, CDI, en El Retiro, Alto Meléndez y Buenaventura (el más moderno del país), arrojando como resultado 18.712 niños y 1120 hogares beneficiados a lo largo de los ocho años.   En El Retiro se han formado 712 agentes educativas (entre 20 y 65 años de edad), y se ha atendido 6748 niños; en Alto Meléndez, 178 agentes y 2016 niños; en Buenaventura, 388 agentes y 4656 niños,  en otros municipios del Valle, 435 agentes y 5292 niños.   “Esto me ha cambiado la vida, antes yo hacía mi trabajo por hacerlo; ahora lo disfruto. Yo veo en esos niños tantas habilidades y conocimientos; aquí están las probabilidades de un mejor futuro que tanto deseamos para nuestra comunidad, la ciudad y el país”,  añade Lucero. Su trabajo no es fácil. A su cuidado hay aproximadamente 40 niños entre 0 y 3 años que responden con sumo cuidado a sus cánticos y juegos para “explorar un mundo mejor”. El CDI de El Retiro tiene cuatro niveles, 32 agentes educativas y 16 auxiliares .  De acuerdo con la Fundación Carvajal, $2800 millones fueron invertidos el año pasado por esa organización y sus aliados en la implementación de este proyecto. Territorios de paz, un mundo mejor “Para mí estos son territorios de paz donde las familias nos confían el cuidado de sus hijos. Los padres ya no ven estas instituciones como simples guarderías sino como centros educativos en donde sus hijos reciben formación de calidad. Eso es lo más bonito que como agentes educativas nos llevamos”, afirma Claudia Lucumí, madre comunitaria La jornada laboral de estas gestoras educativas  va desde las 6 de la mañana hasta las 5 de la tarde, en ese tiempo se convierten en madres sustitutas de muchos menores.  “Nosotros sabemos de la nostalgia y preocupación que le da a uno como padre dejar a sus hijos chiquitos para ir a trabajar. Por eso aquí nos esmeramos no solo por cuidarlos sino por entregarles un espacio agradable donde el niño se sienta a gusto. Una de las cosas que a ellos más les gusta es la hora de la exploración, donde les entregamos herramientas para que empiecen a construir figuras y luego descifrarlas”, dice Lucero.  También agrega que ese proceso de aprendizaje es recíproco, “con ellos se aprende siempre. Nos contagian de  inocencia y nos hacen ver, por un momento, un mundo mejor: sin maldades y repleto de amor”. 

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